Por qué los berrinches de los preescolares pueden ser algo bueno. Eventualmente.
Imagina que la persona que más amas en el mundo te dice que, aunque acabas de recuperarte de un resfrío y dormido solo 3 horas, necesita que vayas a correr una maratón con 30 kilos en tu espalda, escribir un ensayo de 5.000 palabras y cocinar una cena gourmet antes de sentarte. Encima de eso, no vas a poder ver tu programa favorito en la televisión por las próximas 6 semanas, acabas de darte cuenta de que tienes gomas de mascar en tu cabello y que alguien acaba de chocar tu auto.
¿Cómo reaccionarías?
Esta es probablemente una buena aproximación al estado de la mente de un preescolar teniendo un berrinche. Se pueden sentir frustrados, sobrepasados, furiosos, asustados, aburridos, confundidos, tristes, preocupados, celosos y, frecuentemente, todas las anteriores. También se pueden sentir agotados, hambrientos, con sed y con la sensación de no poder lidiar con la vida. Además, no poseen las habilidades lingüísticas necesarias para expresar sus sentimientos.
Los berrinches suelen suceder en algún lugar como en la mitad del pasillo del supermercado (u otro lugar muy público); el parque (cuando es hora de irse); en una reunión familiar (frente a tus suegros); o en el baño, la entrada o la cocina (generalmente en el peor momento).
Cuando tu hijo o hija tiene un berrinche o una pataleta, es difícil creer que tu pequeña preciosura se está convirtiendo en un individuo con una mente propia fuerte. Los padres y madres usualmente se sienten avergonzados o choqueados y pueden tratar de rogar, gritar o sobornar (“te compraré un dulce si es que paras”). Aunque estas reacciones son naturales, pueden fácilmente empeorar las pataletas, aunque sea de manera no intencional.
Los berrinches generalmente comienzan cuando el niño o niña tiene entre 1 y 3 o 4 años. Pueden durar medio minuto o continuar por horas. Pueden incluir llanto, gritos, patadas, rodar por el suelo, aguantar la respiración (es bueno saber que eventualmente respirará), golpes en la cabeza y/o golpes a sí mismo o a otros.
¿Cómo puede ser esto algo bueno?
Aunque disruptivos, los berrinches son una importante oportunidad para enseñarle a los niños como manejar las frustraciones o enojos. Saber cómo manejar los desafíos de la vida y cómo expresar la rabia de maneras apropiadas, son herramientas tremendamente poderosas para tener éxito en la vida adulta.
Los niños son individuos, cuyas tendencias naturales pueden estar en cualquier lugar entre ser usualmente tranquilo y fácil (que casi nunca tiene berrinches) y ser de temperamento más agitado o fácilmente frustrable y de verse sobrepasado (con berrinches más frecuentes). Por lo tanto, hay una gran variación en la cantidad de apoyo de los padres y el tiempo que van a necesitar para autorregular sus emociones y comportamiento.
Existen una variedad de estrategias que puedes utilizar para poder apoyarlos. Las estrategias efectivas, cuando son usadas adecuadamente como parte de tu “caja de herramientas” en la crianza, pueden incluir la prevención, cuando sea posible, la atención positiva a las conductas que te agradan, el modelar la calma o la autorregulación y asegurarse de que hayas establecido algunas reglas. Puede que desees saber más sobre las estrategias que se ofrecen en los programas de apoyo a la crianza de calidad y basados en evidencia: por ejemplo, cómo utilizar en forma efectiva las consecuencias apropiadas como un tiempo de calma o un tiempo fuera.
Idealmente, maneja la pataleta tan pronto como ocurra la primera vez. Se firme- las soluciones a largo plazo, como premiar una rabieta, pueden crear un problema a largo plazo. Manejar los berrinches necesita un esfuerzo sostenido y una aplicación consistente de estrategias. Pero estarás en plena vía ayudando a tu hijo o hija a aprender nuevas habilidades sociales importantes para su vida con otros.