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¿Cuándo te ven los niños con rabia o frustado?

Mucho se habla hoy de actos de violencia por parte de niños o adolescentes. Si bien esta se puede deber a varios factores, hay uno de ellos en el que los adultos que estamos a cargo de la crianza o la formación de los niños, tenemos harto que aportar y el juego nos proporciona una tremenda oportunidad: el “modelaje” o el “guiar”.

A la base de una conducta violenta puede haber una emoción de rabia frente a algo que nos parece injusto, o de frustración por no obtener o lograr lo que deseamos. En los más pequeños también puede ser solo el impulso inicial de querer obtener lo que desean (por ejemplo, quitando bruscamente un juguete). Sentir rabia, frustración, querer tomar algo, son todos sentimientos válidos, pero ¿cómo aprenden los niños a qué hacer o cómo manifestar esa emoción? ¿cuándo te ven tus niños enojado/a? ¿qué te ven hacer tus niños cuando estás enojado/a o frustrado/a? ¿de dónde aprenden qué hacer cuando tienen rabia o se sienten frustrados por algo?

El juego nos plantea una tremenda oportunidad para modelar (dar el ejemplo) y guiar activamente la manifestación de estas emociones. Durante el juego pueden suceder varias cosas que generan rabia o frustración: el niño o niña puede sentir que lo que está haciendo no le queda tan bien como a la hermana o al amigo, el hermano más pequeño desarmó lo que construyó la más grande, perder, no le resulta lo que trata de armar, el hermano o la amiga no le presta lo que necesita para poder avanzar, entre otros. Involucrándonos en el juego, podemos mostrarles qué hacer cuando nos pasa a nosotros, sin recurrir a una agresión a un otro o un acto más violento o mostrarles alternativas de solución de esa situación de manera asertiva.

Algunos ejemplos cuando nosotros estamos jugando y nos pasa algo que nos da rabia o nos frustra:

  • Modelar el verbalizar lo que nos pasa y lo que tenemos ganas de hacer: “¡Ay que rabia que se me cayó otra vez! Me dan hasta ganas de patearlo y salir corriendo” o “Pucha, tanto que me esforcé y perdí”
  • Modelar qué hacer con esa emoción: “Mejor voy respirar profundo tres veces y tratar de nuevo” (y hacerlo) o “La próxima vez haré esto de aquí distinto, quizás así sí gano”.

Algunos ejemplos de lo que podemos hacer cuando notamos que algo les dio rabia a ellos:

  • Reconocer y poner esa emoción en palabras: “Veo que te enojaste porque te desarmó lo que habías armado con tanto cuidado”.
  • Validar la emoción: “da harta rabia cuando eso pasa”
  • Ofrecer alternativas para calmarse antes de una acción más impulsiva: “Te propongo: contar hasta diez, o respirar profundo 3 veces, o apretar fuerte este cojín” (elegir alguna alternativa que sirva más con ese niño o niña)
  • Con los más grandes, se puede preguntar “¿qué vas a hacer?” para ayudarles a poner una pausa entre esa emoción y la acción.
  • Con los más pequeños, una vez reconocida y validada la emoción y algo más en calma, se les puede ayudar a pensar en distintas soluciones frente a lo que acaba de suceder, por ejemplo: Ir a decirle a la hermana que eso lo enoja mucho y le quitan las ganas de jugar con ella después; Pedirle al amigo que le enseñe a dibujar así, que le queda tan lindo; Pedirle lo que quiere usando la palabra por favor, porque quizás así se lo prestan.

    El juego es una de las situaciones que pueden ser una oportunidad para modelar (dar el ejemplo) o guiar qué hacer con emociones intensas que a veces se expresan de forma más violenta. Pero no es el único momento. Al levantarlos, acostarlos, trasladarlos, darles la comida o bañarlos también nos observan. La invitación es a hacerse estas preguntas ¿cuándo me ven mis niños enojado? ¿me ven reaccionando como me gustaría que ellos reaccionaran?. Si no nos ven nunca enojados o si cuando nos ven enojados solo nos ven gritando o quizás agrediendo a alguien o algo ¿cómo van a aprender a reaccionar de forma más asertiva para resolver la situación sin dañar a otros?