Tratar de hacer malabares entre las exigencias del trabajo y de la familia puede ser difícil. Pero, cuando se logra el equilibrio correcto, la vida se vuelve más llevadera.
Demasiada presión en el trabajo o con la familia puede afectar seriamente nuestras vidas y las vidas de quienes nos rodean. Cuando el estrés laboral se mezcla con la vida familiar, estamos más propensos a las discusiones, tenemos más problemas con nuestra relación de pareja y podemos sufrir de problemas de salud.
A su vez, el estrés del hogar puede producir un impacto en el trabajo. Incluso esto puede impedirnos hacer nuestro trabajo adecuadamente.
Entonces, ¿cómo se puede lograr el equilibrio correcto?
Para empezar, es importante recordar que cuando estamos en casa, la familia debe de ser nuestro enfoque principal. Y cuando estamos en el trabajo el enfoque tiene que ser nuestro trabajo.
Cuando esté en su casa, trate de que sus mañanas fluyan de la mejor manera posible. Si comienza su día con calma, no va a llevarse el estrés del hogar al trabajo.
También le recomendamos establecer algunas reglas básicas y poner en marcha una rutina para salir de casa. Incluso, puede enseñar a sus hijos a hacer algunas cosas por sí mismos, como el vestirse.
En el trabajo, puede tratar de hacer las tareas más difíciles a primera hora en la mañana. Esto ayudará a que se lleve menos estrés a su casa al final del día.
Piense en algunas cosas que puede hacer para relajarse después del trabajo, que no alteren la rutina familiar de la tarde. El ejercicio habitual y una alimentación sana pueden ser de gran ayuda.